La Diabetes Mellitus es una enfermedad crónico–degenerativa que afecta a una de cada 10 personas en nuestra población y es la segunda causa de muerte en nuestro país, solamente superada en primer lugar por las enfermedades del corazón y seguida por el cáncer como la tercer causa más prevalente de defunciones. En un sentido literal, la palabra diabetes proviene del griego “pasar a través” y mellitus deriva del latin que significa “miel”, entonces podemos decir que a grandes rasgos la diabetes es la presencia de altos niveles de glucosa (mejor conocida como azúcar) fluyendo a través de la sangre, lo cual significa principalmente dos cosas:
La glucosa, nuestro principal combustible, no está llegando al interior de las células que es el lugar en donde la necesitan para ejercer su función primordial como fuente de energía.
Al estar en la sangre desencadena una serie de eventos que entre otras cosas hacen que nuestra presión sanguínea aumente y trae con ello muchas complicaciones en nuestras arterias, venas e incluso en ciertos órganos como el riñón, el ojo y el sistema nervioso a largo plazo.
Al tener diabetes, el cuerpo percibe la falta de glucosa dentro de las células como una falta de energía en general. En condiciones normales la glucosa o la energía proviene de los carbohidratos que ingerimos diariamente en nuestra dieta en los cereales, el pan, la pasta, entre muchos otros alimentos. Sin embargo cuando tenemos diabetes esta energía no llega a donde debería de llegar, por decirlo de alguna forma “se queda en la puerta”, por lo tanto a nivel celular el cuerpo crea glucosa a partir de la grasa y de las proteínas y lo hace en forma de cuerpos cetónicos, los cuales son tóxicos para nuestro cuerpo, dañan los tejidos y alteran nuestro pH volviéndolo más ácido.
¿Y por qué la glucosa se queda en la sangre? ¿Por qué no puede entrar a las células como debería? La respuesta es: porque el cuerpo no es capaz de producir una hormona llamada insulina que tiene una función importantísima dentro de nuestro organismo. Retomando la analogía de la puerta, la insulina es esa “llave” que necesita la glucosa para poder entrar en las células. Sin ella la glucosa es incapaz de entrar a las células y salir de la sangre, así que simplemente se queda en la sangre, fuera de donde debería estar y esta alteración trae consigo toda clase de problemas. La insulina se produce normalmente en el páncreas pero en las personas con diabetes, su producción y su acción se ve afectada por distintas causas que abordaremos próximamente.
Ahora tenemos una mejor noción de lo que significa tener diabetes y podemos entender mejor nuestro cuerpo. Sin duda es una enfermedad muy compleja y que lamentablemente a pesar de los grandes esfuerzos invertidos en investigación a nivel mundial, hasta el día de hoy la medicina no ha podido encontrarle una cura. Sin embargo, a pesar de no tener cura, sí tiene tratamiento, y si seguimos las indicaciones de nuestro médico al pie de la letra y ponemos de nuestra parte para llevar un buen control de nuestros niveles de glucosa podemos llevar una vida libre de limitaciones. Para más información consulta a tu endocrinólogo, médico especialista en diabetes.