Una caloría es una unidad de energía.
En nutrición, las calorías se refieren a la energía que obtenemos de los alimentos y bebidas que consumimos, así como a la energía que el nuestro cuerpo utiliza para funcionar diariamente; sin esta energía, nuestras células no podrían sobrevivir, el corazón dejaría de latir, los pulmones dejarían de respirar y los órganos no podrían desempeñar sus procesos básicos vitales.
El cuerpo humano es un organismo complejo que requiere de un equilibrio entre sus múltiples procesos que suceden simultáneamente, a pesar de esta complejidad uno de los puntos más sencillos y básicos para alcanzar el peso ideal o un buen estado nutricional es enfocarnos en lograr un equilibrio entre la energía que consumimos y la energía que gastamos, es decir, una suma-resta entre lo que entra y lo que sale de nuestro cuerpo. En teoría, si consumiéramos exactamente la energía que nuestro cuerpo necesita (ni más ni menos) cada día, probablemente viviríamos una vida muy saludable. Los problemas de salud suelen aparecer cuando nuestra ingesta de calorías es mayor o menor de la que necesitamos.
La cantidad de calorías que se deben consumir diariamente, según la OMS, es un promedio de 2,000-2,500 calorías al día para hombres y entre 1,500-2,000 para las mujeres. Sin embargo, este número es simplemente un promedio, un valor de referencia. No debemos olvidar que cada persona es diferente, por lo que la ingesta de calorías y los alimentos que se eligen para cubrirla debería ser personalizada y controlada por un especialista en nutrición.
Diversos factores que afectan la cantidad de calorías que necesitamos al día, entre ellos:
- Altura
- Peso
- Sexo
- Edad
- Tipo de cuerpo (Biotipo/Somatotipo)
- Actividad Física (Gasto calórico)
- Masa Muscular
- Estado General de Salud (Padecimientos, Antecedentes Familiares, etc.)
Otro aspecto importante a considerar es que la calidad de los alimentos que ingerimos es tan importante como la cantidad de los mismos. Y aunque parezca difícil de entender, no es lo mismo 100 calorías de un refresco, a 100 calorías de un snack de frutas. Esto es debido a que las frutas aportan vitaminas, minerales y fibra junto con la energía de las calorías, mientras que el refresco aporta muchas calorías con un escaso o nulo aporte de nutrientes. Ahora bien, cuando uno consume comida chatarra, obtiene una cantidad considerable de energía calórica con bajo aporte nutricional, y lo peor es que esta suele acompañarse de un jugo o refresco. Entonces habría que sumar las calorías de la comida a las calorías que aporta el refresco. Es por eso que el balance en quienes llevan una dieta de estas características suele ser positivo es decir, consumen más calorías de las necesarias por lo que tienden a la ganancia de peso y el almacenamiento de grasa. Por este motivo, la mayoría de los nutriólogos recomiendan quitar los refrescos azucarados y los alimentos procesados de nuestra alimentación diaria.
Pero y bueno, ¿qué sucede con las calorías que se consumen de más? ¿qué sucede con esas calorías que no quemamos? Nuestro cuerpo está programado desde tiempos de la evolución para almacenar toda la energía que no utilizamos en forma de grasa, es por eso que cuando combinamos una alta ingesta calórica con el sedentarismo o la falta de ejercicio, el resultado es naturalmente el aumento de peso.
La importancia de entender este concepto aunque suene repetitivo es que debemos alcanzar un balance entre la energía que entra a nuestro cuerpo a través de lo que comemos y bebemos, y la energía que sale con el gasto calórico de los procesos fisiológicos de nuestro día a día y con el ejercicio físico.
El equilibrio nos ayuda a llevar una vida más saludable y prevenir enfermedades. Ya que si ingerimos más de lo que gastamos, padecimientos como la obesidad, diabetes, hipertensión y problemas del corazón pueden aparecer. Por el contrario, si gastamos más de lo que ingerimos, podemos caer en un estado de desnutrición o anemia.
Recuerda que la demanda calórica y los alimentos que se eligen para cubrirla son distintos entre cada persona, lo ideal es acudir a una consulta de valoración nutricional para planear en conjunto con tu especialista en nutrición una dieta personalizada, controlada, accesible y realizable.