Cada día parece ser más difícil mantenerse en calma en un mundo tan cambiante y tan agitado todo el tiempo. En este contexto el estrés suele aparecer incluso sin que nos demos cuenta, y con ello pueden aparecer también los síntomas de ansiedad. La ansiedad es aquella sensación subjetiva de peligro, miedo, angustia o incertidumbre que inunda nuestra mente con pensamientos que afectan nuestra concentración, nuestra tranquilidad y pueden inclusive alterar nuestra frecuencia cardiaca y/o respiratoria, nuestra presión arterial, nuestros niveles de glucosa, entre otras.
Es por ello que el 15 de agosto se celebra a nivel mundial el Día de la Relajación, con el propósito de recordarnos de tomar un respiro de vez en cuando. De hacer una pausa en nuestra rutina para mirar hacia adentro de nosotros y poner atención a lo que nuestro cuerpo quiere expresarnos.
- Respira hondo. Todo tiene un por qué, y la frase “tómate un respiro” no es la excepción. ¿Te sientes muy abrumado? Practica la respiración diafragmática. Esta técnica consiste en cerrar los ojos e intentar llenar de aire los pulmones, para luego retener el aire por unos segundos antes de exhalar lentamente y finalizar el ciclo. Y es que aunque parezca obvio, a veces olvidamos el poder de nuestra respiración en nuestro organismo. Respirar hondo durante unos cuantos ciclos reduce el estrés, mejora la oxigenación, la circulación y es una técnica indicada incluso para ayudar a prevenir ataques de pánico. Lo mejor de todo es que puedes aplicarla en cualquier momento y lugar del día, no necesitas de nada más que 1 minuto para poner a tu cuerpo de nuevo en sintonía para seguir con tu día más relajado.
- Intenta ocuparte, más que preocuparte. Es común que nuestras actividades del día a día nos hagan sentir abrumados, o que el simple hecho de pensar que estás por realizar una actividad que te tomará tiempo terminar nos causa ansiedad y por eso tendemos a aplazarla. Intenta mejor no pensar en todo el trabajo que tienes por hacer y comienza a hacerlo, esto irá reduciendo la carga de pendientes y los niveles de ansiedad. Puede que quizás terminas en menos tiempo de lo que creías. No renuncies a tus proyectos, renuncia a las excusas y a la procrastinación.
- Jerarquiza tus prioridades. Asigna un orden de prioridades a tus pendientes y velos resolviendo uno por uno. Es un método mucho más eficiente que intentar hacer todas las cosas a la vez y terminar dejando pendientes a medias.
- Realiza ejercicio físico. Hacer actividad física con regularidad tiene múltiples beneficios sobre nuestra salud en general, en este caso específico debido a que estimula la liberación inmediata de endorfinas, dopamina, serotonina y otras hormonas que se asocian con menores niveles de estrés y bienestar mental, incluso se ha demostrado que el ejercicio mejora nuestra capacidad de atención y concentración a largo plazo.
- Cuida tus hábitos del sueño. Dormir adecuadamente nos mantiene con la energía necesaria para afrontar los retos de nuestro día a día. No dormir afecta nuestra concentración, eleva nuestros niveles de cortisol (estrés) y adenosina (cansancio). Tu cuerpo al igual que la batería de tu teléfono, si no lo recargas al 100% no funcionará adecuadamente.
- Sé consciente de tu subconsciente. Identifica las señales de estrés que tu cuerpo te da. A veces puedes notarlo porque te encuentras a ti mismo con el ceño fruncido sin razón, te muerdes las uñas, te tocas la cara con frecuencia o encoges los dedos de los pies, etc. Volverte consciente de estos momentos, te recordará de cuando debes tomar un break para relajarte aunque sea por un minuto antes de continuar tus actividades.
- Aprovecha tu tiempo de ocio. Durante el día nos quejamos de que no tenemos suficiente tiempo, pero en la mayoría de los casos sí disponemos del tiempo. Es solo que nuestros ratos libres elegimos entrar a redes sociales, ver una serie o hacer otras cosas que no nos permiten realmente descansar. Intenta dedicar un tiempo exclusivo para poner tu mente en blanco, respirar hondo y darle un reset a tu sistema.
Si sientes palpitaciones en el corazón, respiración agitada, dificultad para concentrarte, temblor, angustia, piernas inquietas, problemas gastrointestinales, es posible que estés bajo mucho estrés o que puedas padecer ansiedad. Acude a un profesional de la salud mental siempre que sea necesario.